jueves, 7 de abril de 2011

Costos políticos: Lo público, lo privado y el rumor.



El golpeteo mediático ha adquirido notoria fuerza, el juego político con miras al ejecutivo ya empezó, tan es así que hace unos días en Los Pinos se pusieron a temblar y quisieron resolver con cierta estrategia en la que más que dar certezas se terminó por impresionar, el caso es anecdótico, punto.

Se tuvo suerte en el pasado, hoy simplemente la tarea de discriminar lo público de lo privado tiene un enorme grado de dificultad gracias a que desde hace tiempo a la fecha para los medios de comunicación es importante dar a conocer, con todo y sus fallas, a los actores políticos de moda.

Todo comenzó con un rumor, lo importante del caso es que el daño se hizo, lo relevante es el costo político para todos. Quizá la prensa no supo mirar límites, quizá fue en algún momento víctima de sí misma, de su accionar y la presión por llevar la nota a casa, pero la responsabilidad, como siempre, debe ser compartida.

La sola idea de que lo dicho por un diputado federal, apoyándose en trabajos hechos por terceros fuera una realidad estuvo presente en nuestras vidas, algunos decidieron acostumbrarse, y otros viven con su versión adoptándola como algo completamente veraz sin observar que entre líneas se puede leer la característica básica de una infalible especulación ya que ejerce un decisivo y estratégico papel regulador del entorno.

Si tomamos en cuenta eventos que nos resultan contemporáneos, los medios de comunicación tuvieron un papel mucho más activo dentro del análisis y la crítica minuciosa, fueron éstos los que en algún momento se preocuparon por dar detalles del “affaire presidencial” de Bill Clinton con Mónica Lewinsky, dadas las condiciones de su trabajo la imagen del periodista comenzó a ser la de una extensión judicial que condena desde la pluma.

Hoy, con sus matices y con las salvedades del caso, los ciudadanos no le dieron la espalda al mensajero para abrazar al estado, pero tampoco sucedió lo contrario.

La vida personal saltó a la trinchera política, permitimos que esto sucediera y la consecuencia se resume en que los consumidores de medios compramos una agenda pública en donde la personalidad de ciertos personajes pudo definir el desarrollo o el estancamiento de un programa político.

Así las cosas, amable lector. Como cada semana estoy a su disposición por las siguientes vías de comunicación para que ubique, comente y critique los contenidos de esta publicación:


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