jueves, 7 de abril de 2011

La Cibercultura



La cultura es entendida por muchos, en palabras simples y llanas, como el que hacer del hombre, es entonces que la cultura no puede encasillarse en el rubro artístico solamente sino que el término es un tanto universal y se abre a un mundo de posibilidades y de significados inmensos.
Toda una serie de factores son las que influyen en el crecimiento o el estancamiento de la cibercultura, pero además, la cibercultura de alguna manera se enlaza, como el eslabón de una cadena, al crecimiento del ciberespacio.

Es de sobra sabido que las llamadas nuevas tecnologías presuponen innovación y esta misma ha jugado un papel importante para que ahora la gente en su mayoría pueda acceder a tener, digámoslo así, una segunda vida.

Una segunda vida que puede ser entendida como una válvula de escape de “nuestra realidad”, y en la que podemos ser, si lo queremos, una especie de mesías cuya fortaleza radica en la combinación de números como el uno y el cero.

La “vida” a la que accedemos en el entorno del ciberespacio transcurre de manera acelerada, gracias a la evolución creativa de la que dispone el hombre ahora decimos que en un determinado tiempo se pueden encapsular cuatro o más generaciones virtuales.

Resulta por demás importante resaltar que detrás de todo discurso se mantiene otro de mayor fuerza en algunas ocasiones, un discurso que va mas allá de nuestra conciencia y es finalmente lo que logra una película como “Matrix”.

En “Matrix” se juega con el subconsciente, posiblemente seamos presas de un aletargamiento de masas, una manipulación, pero las pistas de mensajes “ocultos” de manera irremediable se muestran ante nuestros ojos.

Si tomamos una vez más el ejemplo de “Matrix”, podemos decir que confluyen una serie de ideas de las cuales somos víctimas como usuarios de las nuevas tecnologías (o al menos así llamadas por algunos), por ejemplo, el famoso debate entre lo real, lo ficticio y lo irreal.

Según la tesis que defiende este filme, vivimos en un mundo irreal, y ojo, no lo pone como ficticio propiamente, tomando en cuenta que lo ficticio es circunstancial y puede ser tanto verdadero como falso…pero no ahondemos mucho en eso.

El debate entre lo natural en contraposición con lo artificial da para mucho tiempo, y en este sentido, podemos decir que esta película “Como metáfora de la sociedad actual, hace referencia al control de las mentes de la gente por los medios de comunicación”. (Según la página de Internethttp://calalberche_org.nireblog.com/post/2009/02/01/la-matriz-de-matrix)



Y es precisamente gracias a los medios de comunicación también que como público podemos tener a nuestro alcance ese proyectil llamado tecnología (como lo llama Pierre Levy) para lanzarlo a la cultura que define el mismo Levy como un blanco viviente.

La tecnología no es un ente que se mantenga aislado y no lo es por el accionar del hombre, que la revive, que la perfecciona y que la mantiene en una relación latente con la sociedad.

George Berkeley nos hablaría, enfocándolo un poco al tema que nos ocupa, y muy a mi entender que la tecnología y en sí la cibercultura, nada tienen que ver con la naturaleza de las cosas y se encerraría en la idea de que ser, finalmente es ser percibido, por lo tanto, la cibercultura no existiría del todo, finalmente sí sabemos de ella, pero ¿Hasta que punto puede ser realmente percibida?
Ernesto Kapp, en su momento, hizo un estudio meramente filosófico y trató de hacernos llegar su mensaje de diversas maneras, para él por ejemplo, el ferrocarril pudiera ser como el sistema circulatorio, el telégrafo pudiera ser entendido como el sistema nervioso, y creo, sin temor a equivocarme, que gracias a la era en la que vivimos, la cibercultura como tal sería el sistema óseo de las generaciones venideras, que conocen (o que conocemos) un “nuevo” esquema de trabajo, rompiendo con arcaicos moldes.

En este entendido, podemos decir que hemos rebasado entonces los niveles anteriores del juego y que ahora estamos inmersos en un punto donde mínimo respetamos el hecho de que la cibercultura nos ha cambiado, la tecnología en sí no está vista como un Gadget, como un efecto especial u otra cosa que “abarata” el significado de la tecnología misma, la percepción ha ido cambiando y le ha “caído el veinte” al colectivo con relación a que ese instrumento digital que tenemos entre las manos no sólo está transformando el mundo en el cual vivimos sino también nos está reprogramando como sujetos.

Tan nos estamos reprogramando, que redefinimos constantemente infinidad de términos, y tomando en cuenta un mundo netamente multimedia, ciframos los contenidos existentes y/o pre-existentes en la cibernética.

La cibercultura es finalmente un fenómeno incomprendido, y es en buena medida también a los designios del hombre, que, insisto, se esmera por encapsular en una palabra, en una idea y/o en una fotografía la inmensidad de un universo, para que después sea tan circular que parezca no decir nada.

La cibercultura es también convergencia, es donde se encuentran puntos de vista, es donde el conocimiento toma de la mano a la tecnología para emprender un camino juntos, a la par, creando una especie de sinergia, bajo un ambiente de cooperación mutua que a propios y extraños a veces confunde porque entendemos las fusiones de los medios con otros para enriquecer contenidos y demás factores, pero no las vemos como lo que son, meramente herramientas que favorecen, sino al contrario, las hemos visto como destructor, como un ente que ayuda al detrimento de la sociedad y por ende de la tecnología misma.

Seamos sinceros, aún hay cosas que escapan a la capacidad de los avances de las nuevas tecnologías pero que no impiden que sea algo disfrutable la experiencia de poder, de alguna manera, “interactuar” (nótese que está entre comillas) con productos mediáticos que nos traten de ofrecer realidad.

La cibercultura como eslabón en la amplia cadena que presupone la tecnología ha ido avanzando, en un momento pasamos a conocer la simulación como medio para ir, desde la comodidad de un lugar como nuestra casa a la sabana sudafricana, por citar un ejemplo, en un safari que puede traerte emociones tan “reales” que en verdad te sientas ahí, con vértigo tras una persecución con un león, un chita o que se yo.

La llamada realidad virtual avanzará y en el camino se encontrará con el hecho de que las nuevas generaciones no se conformen con tener un avatar, con tener una de esas famosas “firmas” como las que se usan en los “foros”, sino que falta que el propio medio y/o la propia gente se implanten un chip de necesidad que conduzcan por caminos sinuosos a la creación de la versión cibernética del amigo imaginario que muchos dicen tener cuando son niños.

Se ha dicho que posiblemente nos despojamos un tanto de la capacidad reflexiva, con lo cual estoy en desacuerdo total, pues al menos en la experiencia tanto a título personal como en lo percibido con personajes cercanos, la tecnología, la efervescencia y la frescura con la que encontramos un dato, las redes sociales, tan comentadas y siempre factores o bastiones de la cibercultura nos han hecho un poco más críticos, mas objetivos y nos han dado una perspectiva mas amplia con relación a lo que ocurre con nosotros y con el mundo.

Todo esto que nosotros estamos viviendo en carne propia es a final de cuentas el parte aguas para que la cibercultura evolucione, para que manifieste de mejor modo, de manera mas óptima una nueva forma de ver el entorno social y también el lado cultural.

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