martes, 15 de febrero de 2011

De Karate Kid y la percepción de China.


En cuanto a lo que tiene que ver meramente con la historia, le cuento que para mí esto no califica de remake, el único giro importante que existe es la misma situación en la que el film ha visto la luz y desafortunadamente Jaden Smith no puede despegarse de la sombre de su famoso padre.

Jaden trata de estar dentro de las condiciones del mítico Daniel Larusso con las salvedades que la edad y las convenciones sociales le permiten, añadiendo rasgos muy característicos de los personajes que Will Smith ha desempeñado a lo largo de su carrera, por lo que al menos para mí no termina de convencer.

A Jackie Chan lo noté disminuido en ciertos momentos, pero lograba que su personaje explotara su potencial en instantes específicos, cosa que marca diferencia en la línea de acción que en su momento nos enseñó Noriyuki “Pat” Morita dentro de la saga original.

En esta ocasión me voy a tomar la libertad de revelarle cómo es que veo el estreno de este producto cinematográfico dadas las condiciones y los sucesos que nos impactan en una época como ésta.

Es cuestión de interpretación: Parece curioso que se haya llevado una historia como Karate Kid a una de las naciones más pobladas y que cuenta con un crecimiento a nivel económico y tecnológico en el contexto actual.

China tiene los ojos de los occidentales encima por su desarrollo a pasos agigantados, en diez años han logrado lo que a otras naciones en el orbe les ha costado mayor tiempo y se jactan de tener estabilidad muy por encima de la libertad de expresión que para muchos no existe.

Este tipo de historias llevan implícito el llamado “sueño americano” que les dicta que no deben rendirse, que deben asestar duros golpes tomando como punto de partida una defensa firme, demostrando la mentalidad con la que han sido formados durante décadas: “Ganar lo es todo”.

De ahí que Jaden Smith, un afroamericano como el presidente en turno pueda ir a ganar un torneo dentro de la casa de al menos 1.320 millones de habitantes.

El orgullo de ser estadounidense debe recobrar su fuerza y Hollywood es la plataforma perfecta para impulsarlo, explorando con el “vehículo” llamado “historia” las carencias y las virtudes que tanto China como Estados Unidos poseen.

Si usted va al cine y opta por ver esta película, podrá darse cuenta de que al estadounidense todavía le cuesta ver a los extranjeros como un similar, y es a partir de clichés baratos que posiciona a éstos como inferiores para revalorizar lo que tienen. 

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