miércoles, 16 de febrero de 2011

¿En verdad tendremos que resignarnos?



Tal parece que tendremos que resignarnos y vivir con ello: Productos televisivos con pésima calidad. ¿Lo peor de todo?

No, no es que la gente los compre, sino que cause la leve impresión de que en las empresas de siempre se ufanan de la producción tan deplorable con la que cuentan dentro de sus contenidos(o al menos de la mayoría de ellos) haciendo evidente que los recursos son mínimos.

Sudamérica nos ha rebasado a nivel creativo, el problema es que como comúnmente se dice vivimos tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos. Las producciones argentinas, en específico las que lidera Cris Morena, nos dejan ver que no se necesita más que unos cuantos metros de tela y una buena iluminación para evocarnos la sensación de estar en el mar. Eso se necesita ver en México.

Los emporios televisivos mexicanos se preocupan por ofrecer efectos visuales “de caricatura” sin medir el costo que esto conlleva, aún con recursos tan limitados se pueden hacer grandes cosas.

¿Nos gusta vivir con los medios que tenemos? El eterno debate. Lo interesante sería preguntarnos hasta cuándo podremos ver en televisión ese salto real entre la televisión de calidad y el lavado de cerebros al que nos tienen acostumbrados.

Es decir: Por mucho que una historia sea rodada con cámaras de cine, dirigida por personajes influyentes dentro del llamado séptimo arte o con actores conocidos por su trayectoria dentro de éste, será esa misma historia la que tenga un solo nombre, y ese definitivamente es Telenovela.

Claro que existen guionistas mexicanos con talento, los hay por montones, pero están sumamente estancados. Necesitan urgentemente hacer un “update” mental para descubrir nuevas formas de narrar que sean acordes con los tiempos que vivimos.

El gran final con la frase “hasta que la muerte nos separe” resulta cada vez más utópico, la ficción y las parejas “Disney” dejaron de funcionar, la frase “hasta que la vida nos separe” necesita aparecer más porque raya en la cotidianeidad, esa que los ciudadanos “de a pie” viven, sienten y asimilan de maneras diferentes.

¿Y qué decir de los “reality shows”? ¿Cuándo se pusieron la camiseta de un programa de concurso cualquiera? ¿Cómo llegaron a la conclusión de que había que desprenderse de ese “plus” llamado realidad que los hacía novedosos e interesantes?

Apareció Big Brother en pantalla, tuvo sus altibajos, las versiones VIP no fueron lo mismo después de que Omar Chaparro y Yolanda Andrade quedaran en los primeros lugares. El proyecto no daba para más.

Operación Triunfo no tuvo el impacto esperado, quizá porque se especuló por mucho tiempo que Televisa había hecho casting entre los alumnos de su escuela de actuación, eso aunado al “albazo” mediático (o “madruguete”) que les propinó la televisora del Ajusco cuando salió a la luz la “Primera Generación de La Academia”, un hit de ventas.

Cincuenta países alrededor del mundo tuvieron la oportunidad de ver en pantalla un reality musical como Operación Triunfo, no en todos tuvo el éxito esperado, pero en naciones de habla hispana como Argentina el programa alcanzó cuatro emisiones al igual que Brasil.

La versión española es la más popular, a diferencia de otras mostró un carácter propositivo, dentro de los primeros lugares se encontraba el/la elegido/a para representar a España dentro del prestigioso Festival Eurovisión, que guardando proporciones es lo que alguna vez fue OTI para nosotros, pero además éste/a ganador/a tenía la oportunidad de acceder a un contrato con una disquera para grabar apostando fuertemente a las altas ventas con el respaldo del aparato mercadológico con el que se cuenta, negocio redondo si me permiten escribir.

Fear Factor y otros más, como El Bar pasaron sin reflectores. Se les está acabando la mina de oro.

Dejé en el tintero una descripción de La Academia: Lo que en un principio parecía ser un legítimo programa de concursos musical, pasó a ser un show muy mal armado con conductores que a pesar de su experiencia se notan “verdes”.

Fieles al estilo que venden como TV Azteca, se privilegió la manipulación de historias de vida, no hubo mayor recato en la emisión de los domingos al incluir tintes baratos de “talk show” y se tuvo que recurrir a la participación de ex integrantes del mismo producto para tratar de no perder los aceptables niveles de audiencia.

Ya son productos listos para enlatarse, no para exportarse, sino para que puedan quedar en la memoria a corto plazo de un país carente de eso, de memoria.

No hay apuesta. No hay creatividad o evolución. Y nos quedamos a pan con lo mismo.

Aquí las ligas donde usted puede darme su comentario, su crítica y su análisis.


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