miércoles, 16 de febrero de 2011

Egipto, Medios y Redes Sociales.


Los medios hablan de intentos, de ilusiones, muchos de ellos son persistentes al proponer la idea de un cimiento democratizador en Egipto, la lluvia de premisas que abre la puerta al debate se encuentra en uno de sus puntos más altos, la misma discusión es abierta y un tanto dividida al proponer el surgimiento de un pensamiento radical musulmán.

Tal vez en la zona norte del “mundo occidental” hay muestras de atención al hecho con simples menciones, con pequeñas notas en la página cuarenta que a los ojos de muchos parece ser intrascendente, pero eso nos educa como consumidores de medios, reafirma que aún sigue siendo una certeza aquello que en el breviario popular reza “un ojo al gato y otro al garabato”.

¿Qué quiero escribir? Tengo en mente la palabra “impacto”: La cuestión es que no podemos dejar, tanto consumidores como libre pensadores, que los acontecimientos locales nos rebasen, pero tampoco debemos darnos el lujo de permanecer al margen de la información, menos en las condiciones en las que se manejan las audiencias a nivel global, que dejan atrás su carácter pasivo.

El contexto permite abordar el fenómeno de la interacción entre las audiencias y los medios,  dando cuenta de las dimensiones del tenso suceso que se presenta en televisión, prensa, radio e internet.

Es cierto que los medios inciden en la interpretación del mundo, que forjan perspectivas y establecen parámetros que no necesariamente sirven para relacionarse, pero lo expuesto no sería una realidad sin la acción ciudadana.

Tenemos claro que Twitter o Facebook no son la explosión de la opinión pública, pero forman parte fundamental en la actualidad de la expresión que como entes comunicadores llevamos a cabo diariamente.

Si tomamos en cuenta lo anterior, la gama impresionante de manifestaciones que rodean la crisis egipcia destaca por el papel que jugaron las redes sociales, tanto a nivel logístico como en la actualización de la información que en muchas otras naciones fue objeto de censura.

Lo positivo del asunto (o al menos lo rescatable) es que la mayoría de los jóvenes que usan tales espacios digitales no habían sido políticamente activos, pero tienen una percepción, hay un ejercicio moderno y plural de la libertad de expresión (aunque muchas ocasiones “raye” en libertinaje) que les conecta con el entorno que heredarán. No me cabe la menor duda, la agenda digital es una realidad, tanto como lo son los nuevos itinerarios. No podemos perderlos de vista.


Aquí las ligas donde usted puede darme su comentario, su crítica y su análisis.


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